The Invisible Man Review (Universal – Blumhouse, 2020 / Escrita y dirigida por: Leigh Whannell.)
Por: Sydney Pagliari.
Antes de empezar, abro un paréntesis alarmante: “Se estima que el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su compañero sentimental (estas cifras NO incluyen el acoso sexual) en algún momento de sus vidas.”
(ONU Mujeres – https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures)
Podría quedarme aquí, escribiendo toda la noche sobre ésto, pues es cuando menos, repugnante.
El miedo: ¿una herramienta de la evolución, o una debilidad de la humanidad?
Piénsalo: Todos experimentamos el miedo a diario. Es una fobia, un miedo ordinario o quizá solo algo sugestionado, y está bien, es normal. También es un instinto de supervivencia primitivo. Muchas veces está justificado, otras veces, no tanto. En otras se trata de un trauma, de algo inducido, de algo colectivo… como el aparente miedo a la muerte o a la soledad.
En resumen, todos le tememos a algo… o a alguien.
Ahora te pregunto ¿qué pasaría si descubrieras que, en este momento, mientras lees esto quizás en tu habitación o baño, no estás realmente sol@? Imagina tan solo por un instante, una décima de segundo, que sientes el cambio en la presión del aire al pasar algo a tu lado, el crujir de las baldosas del suelo por el peso de una persona y la leve pero cálida exhalación de otro ser, vivo y latente, tangible, a solo centímetros de tu nuca… pero no puedes verla.
Y nadie te cree.
Otra gran sorpresa más en lo que va de año:
Maldita sea: Yo de verdad quería que me gustara esta película, quería amarla con todo mi fuero interno…
¡Y no solo la amo! Es, entre las nuevas películas de horror (género que no está en mis afectos cercanos) de los últimos años, un clásico instantáneo, con una formula cohesiva, personajes atractivos e interesantes de una pluridimensionalidad exquisita y… con un conflicto simple, pero funcional que calza a la perfección en los tiempos violentos en que vivimos. Ni hablar del apartado visual o técnico que de verdad me hizo tragarme la ilusión paranoica de Cecilia y su inacabable dolor durante mas de dos horas de film.
El director Leigh Whannell no es muy conocido por su trabajo hasta ahora, a pesar de habernos dado la peculiar y original “Upgrade” (2018) hace un par de años, no obstante, estoy seguro que a partir de este momento se convertirá en una de las nuevas mentes visionarias del cine hollywoodense pues, “The invisible man” entrega exactamente lo que promete en su título evidente y sus trailers: tensión, estrés, suspenso, algo de horror y un pequeño baño de ciencia ficción. Una formula que en el pasado no solía funcionar, hasta ahora.
¿Qué es lo que hace a “The invisible man” un filme tan terrorífico?
Exactamente lo que no ves. Se trata de una historia aparentemente sencilla, que empieza de golpe, sin mayores rodeos o explicaciones mas allá de lo situacional, sin el clásico y gastado “había una vez” en donde se nos narra mediante diálogos, prólogos o acciones tediosas el contexto narrativo para el despegue de la trama.

Aquí no, ¡y que bien funciona! ¿Qué mas necesitamos saber de Cecilia? Está atrapada, sufriendo, tiene miedo de su pareja. Y lo vemos desde el primer plano en la introducción, desde su despertar, su huida y la cuidadosa planeación de su escape. En menos de 5 minutos, y sin diálogos o textos en pantalla, ya sabemos quien es el villano y cuál es el conflicto aquí. Puedo asegurarte que desde este momento la película, me enamoró.
Esto se llama narrativa elegante.
“The invisible man” nos cuenta una historia de horror casi realista en donde el villano principal no es una criatura de ultratumba, o un asesino a prueba de balas con máscara, sino un genio desequilibrado que busca torturar a su exnovia sin ninguna razón lógica, al punto de torturarla psicológicamente con tal de lograr su cometido: vengarse de ella por dejarlo. Sí, que estupidez.
Recordemos que estamos ante un refrito de un personaje clásico de la ciencia ficción pues “The invisible man” es una novela de uno de los padres de la ciencia ficción, H.G. Wells (La máquina del tiempo, La guerra de los mundos, etc.) y del cual Universal Pictures posee los derechos desde siempre pero, no es sino hasta ahora y luego del fallido intento del “Dark Universe” (en donde los clásicos del horror de la edad dorada del cine colisionarían cuales Avengers, y que comenzó con “The Mummy” con Tom Cruise) que se arriesgaron contra todo pronóstico a tomarse en serio al personaje y darle un vuelco anacrónico de 180º y crear una nueva fórmula para los tiempos aciagos en que vivimos.
Hey, si llegaste hasta aquí: ¡No puedes dejar de leer esto si ya viste Jojo Rabbit!
No es una historia ajena a estos tiempos en donde el acoso es el pan de cada día pero, ¿que pasaría si esa persona, ese acosador/a tuviera la habilidad de hacerse invisible al ojo común?
Esa es la premisa del miedo que afecta a la protagonista Cecilia Kass, magistralmente interpretada por Elizabeth Moss (mujer que todo papel que hace lo convierte en oro), la cual debe no sólo convivir con las secuelas del acoso de su ex novio, un genio de la óptica electrónica moderna (un Steve Jobs megalomaníaco) sino con el acoso de una aparente “fuerza invisible” que la persigue lastimándola no sólo a ella sino a sus pocos seres queridos.
Tensión. Es la palabra que define a este film, sus hilos tensores se mantienen firmes con acciones y hechos sin descanso entre secuencias en donde el director juega con nosotros en cada momento usando el silencio como protagonista secundario y los movimientos horizontales de cámara (paneos) como narradores de dicha tensión.
La idea es generar la asquerosa sensación de que “algo está ahí”, en todo mísero momento. Y sin duda es logrado a través de encuadres incómodos y amplios en donde, en un formato grande como lo es el cine, dificulta al ojo humano el buscar aquello que se mueve “sin permiso” en la escena.

Te sorprendes entonces jugando con la imagen, miras alrededor, detallas el plano aunque sabes dentro de ti que no lo verás realmente, pero está ahí ¿no? ¿se movió ese cuchillo solo o es mi imaginación? ¿Está alguien sentado en esa silla? Esa es la idea, y eso es lo que hace al film bueno a la vez, esa suerte de interactividad no buscada con el público, vincularlo a la paranoia colectiva… que sufra como sufre Cecilia.
Así es como se produce el miedo, así es como se asusta a una audiencia, no con gritos o sonidos añadidos en post-producción o “jump scares” (gritos saltones) a cada rato, como suele ocurrir con el cine de horror de poca monta como “La monja” o “Anabelle”.
El núcleo de toda buena historia son sus personajes y motivos, lo que los impulsa al conflicto en común; y aquí se palpa el odio colectivo hacia Adrian Griffin y su manera de ser en vida, su sociopatía y el cómo Cecilia e incluso el hermano menor de éste sufrían los embates de su mente dañada.
La psicología de los personajes, está hilada para hacerte dudar de todo y de todos, no hay posibles predicciones en el misterio de la muerte de Adrian o de quien está detrás de ésta fuerza invisible, pero son las revelaciones finales en el clímax, las que no sólo aclaran sino que proporcionan ese merecido respiro a la historia.

El villano disfruta los detalles y los pequeños momentos de tortura, tomándose el tiempo de generar sensaciones molestas e infundir miedo en su presa pues, cual cazador, busca aislarla del rebaño, debilitándola y haciéndole sentir indefensa ante él. La vieja dinámica del gato y el ratón funciona a la perfección aquí. Intención y motivación, aquí es personal, todo está planeado, nada es aleatorio, nada está oculto… y Adrian (si es que es él) hará pagar a Cecilia sin límites.
La cinematografía es pulcra. Los colores fríos que denotan maldad y vacío, con una paleta de grises, azules y marrones que no varían nunca en la escala, dando a entender que sólo al final, veremos la luz. La “guarida” de Adrian, la magnífica casa, solo es comparable con la casa de “Parasite” (2020) en donde ésta es narradora, protagonista y testigo de lo que acontece.
NO es una película perfecta, tiene errores de desplazamiento y temporalidad SERIOS, los personajes aparecen de la nada en las locaciones como si tuvieran un sistema de teletransportación o algo similar. Ademas, faltó conocer más a Adrian desde otros ojos narrativos, explorando mas su background, es decir, mas intimidad con él y sus motivos (lo siento, pero amo a los villanos).
Otro aspecto que me chocó (y no es por pecar de superficial) fue el CGI (gráficos computarizados) del film: en el tercer acto, justo donde ocurre toda la mierda gruesa, tenemos una secuencia casi impecable de acción como sólo éste director sabe lograrla (solo miren la mencionada “Upgrade”) pero, el maldito pero, va en un error sustancial que me sacó del pacto que hice con el film hora y media antes… El maldito traje.
Está bien diseñado, no lo niego, y tiene cierta “lógica” aunque no sepamos como funciona pero, se ve irreal en su animación, muy 2010’s; sin contar con la aparente fuerza sobrehumana o entrenamiento militar a lo Black Widow de este Hombre Invisible… me dejó atónito, el tipo levanta personas en el aire, y acaba con un batallón de policías, casi evadiendo balas, y además le da una golpiza inhumana a un negro policía de casi 1,90mts y 100kg. No, no y no.

En resumen: ¿¡Es buena o no?!
No obstante resumo, a pesar de éstas inconsistencias y plot holes, se trata de un resultado maravilloso e inesperado, que todo el mundo (en especial las y los tóxicos) deberían ver. Tiene de todo, para tod@s, pero lo más importante es que tiene una metáfora sobre la libertad, el amor propio, la salud emocional y el acoso/abuso hacia la voluntad de otras personas.
Veredicto final: un “ ” de 10.
No puedes ver cuanto le puse porque es invisible, pero es mucho. Así que ve a verla y mira hacia los lados siempre… uno nunca sabe que puede estar ahí, de pie.
-Fundido a negro.
THE END.