¿Lo mejor del 2019?

Por: Sydney Pagliari.

(Título original “Gisaengchung” – Korea del Sur, 2019 / Escrita y dirigida por: Bong Joon-ho.)

¡HE RECUPERADO MI FE EN EL CINE! ¡Existen las buenas películas!¡MALDITA SEA! ¡…PELÍCULAS! ¡CINE!

Las “películas”, el “cine” de verdad aún existe, ¡no murió! Apenas empieza el año, y aunque nos sorprende con tragedias ambientales, una posible pandemia de gripe y amenazas inminentes de una tercera guerra mundial, al menos el séptimo arte saca la cara de entre los escombros del mundo para decir “hey, calma, aun hay personas que sabemos hacer cine”.

A pesar que solo vi un tráiler de Parasite, y ninguna review previa, pero si escuché y leí que se llevó la Palma de Oro en Cannes y que recibió una ovación de más de 8 minutos de pie a las 12 a.m. en su estreno… fue una total SORPRESA de principio a fin.

Estamos hablando del mismo hijo de puta que hizo la adaptación de “Snowpiercer” al cine con Chris Evans, un film que todos/as deberían ver (la cual pronto será una serie), y de “Okja” otro extraño pero maravilloso film de Netflix que toca las vibras del consumismo y la industria de la carne ¿Qué podía salir mal?

«Snowpiercer» (2013) del director Bong Joon-ho

¿Qué es un parasite (parásito)?

De acuerdo a la definición común, “un parásito es un miembro de un tipo de “simbiosis”, que mantiene una estrecha relación en la cual uno de los participantes, el parásito, depende del otro, huésped, (también llamado hospedante, hospedador o anfitrión) y obtiene algún beneficio. En la mayoría de los casos de parasitismo el hospedador percibe un daño o perjuicio por parte del parásito en algún momento del ciclo”.

Incluso, hay parásitos que pueden controlar el comportamiento de sus huéspedes, otros que son casi invisibles y pueden alimentarse de los despojos de éste, o de su carne incluso.

Es importante entender esto, al menos de manera básica, pues el nombre del film va en estrecha relación con la trama y su concepto etimológico y es algo que, apenas empieza el segundo acto, se va haciendo evidente.

Ejemplo de parásitos en una relación de simbiosis con su huésped, una tarántula.

Cada vez que hago una review, hablo de un film, serie, videojuego o lo que sea, me es inevitable pensar para mis adentros: “¿estoy siendo objetivo?”, pues algo que es imperioso al momento de tener una opinión o un criterio en conformidad con un tema en particular, es la objetividad.

Honestamente, esto es una opinión y por ende, peca de ser netamente subjetiva y de estar maliciosa y egoístamente contaminada de mi visión. Una visión que intenta no saltar demasiado entre capas y gradientes, desde la escala de lo cinematográfico, subiendo a lo social,  pasando a lo estético y quizá culminando en lo humano; pero me es difícil.

Parasite es un film para tod@s. Seas iletrado, un fan de las películas de “Resident Evil” (que es lo mismo que ser iletrado o casi analfabeta), un estudiante de cine, un diseñador/a, una ama de casa, un arquitecto/a o quizá un agente de atención al cliente que poco tiempo tiene de ver buen cine.

Este metraje le llega a todos y le pega con fuerza al humano que aún reside en cada uno de nosotros. Es, como lo dicta su nombre, un parásito que se va metiendo en tu mente, engañándote desde el principio haciéndote creer que estás viendo un “tipo” o género específico de cine y, cuando menos te lo esperas, eclosiona dejando un sinfín de ideas en tu psique cual enfermedad, que te aquejarán desde que rueden los créditos finales, hasta que empieces a recomendarla a todo el mundo.

El contexto de Parasite:

Si intento realizar una sinopsis breve de Parasite, sería ésta: una familia Koreana de clase baja, sin empleos y con poco sentido de la higiene o de superación, entra poco a poco en el hogar de los adinerados y perfectos Park, tomando identidades falsas e infiltrándose poco a poco en su núcleo íntimo. Generando situaciones hilarantes en un comienzo pero que en breve se tornan caóticas y que jugarán un papel importante en el futuro de ambas familias.

Un chofer, una ama de llaves, una maestra de artes, un profesor de inglés. 

Los hermanos Kim, intentando conseguir señal de Wi-Fi en su casa subterranea.

Piezas claves, como especies diferentes de parásitos que sin que la familia Park lo sepa, se van metiendo bajo las sábanas de su hogar con mentiras elaboradas casi imposibles de creer para una persona común pero que, cual enfermedad evolucionada, arrasa con las defensas lógicas y el sentido común de esta casi perfecta familia, presentados como unos esnobistas adinerados con los que al principio no empatizamos, pero que eventualmente calan hondo con las acciones que se van suscitando, haciendo inevitable que tanto ellos como los Kim, generen reacciones empáticas, logrando lo que un buen libro, historia o film debe lograr SIEMPRE: que te importen los personajes y más aún, el conflicto.

¿Una parábola sobre el capitalismo?

Pues si. Es, en esencia una sátira social desde dos puntos tan ambiguos y alejados en el espectro que me es imposible no comparar éstos núcleos familiares con la luz, y la oscuridad. Es acerca de como perciben ambos la realidad, de como ambos ven, oye y sienten, de los diversos que son pero a la vez, de lo parecidos que pueden llegar a ser.

“Parasite” juega con elementos visuales sólidos y puestos a simple vista a modo de puzzle visual para que tu subconsciente al culminar la película diga “¡Claro es que ahí estaba todo el tiempo!”.

La casa de los Parks (construída especialmente para la película) juega un rol fundamental en yuxtaposición al subsótano de los Kim (un tipo de estructura muy famosa en Korea del Sur, hechos en gran parte a modo de protección de los posibles bombardeos luego de la Guerra de Korea), la cual está al final de una modesta subida hacia una colina libre de toda posible inundación en un barrio de clase alta de Seoul, mientras que, la casa de los Kim, se halla al final de un pasillo y bajando unas escaleras, totalmente expuesta a plagas, suciedad y los embates del clima en una ciudad que apenas invierte en cuidar de lo básico de su urbanismo; lo que también convierte a estas locaciones en personajes de la trama.

Mira: ¡Parece que Brad y Jennifer no han dejado de quererse!

Es aquí en donde entra la semántica básica en torno a los símbolos que el director nos quiere hacer ver: el cine es un lenguaje en si mismo, y es universal.

Dicha simbología del parasitismo y simbiosis se ve desde el comienzo de la primera secuencia, en donde deliberadamente nos introducen a los personajes principales -la familia Kim- y las condiciones de hacinamiento y casi miseria en que conviven, lo que a su vez se convierte en el motor de desarrollo de la trama y una excusa para las acciones que justificarán el conflicto tan “jocoso” que se suscitará casí de manera inmediata.

El montaje perfecto.

Como una persona que está obsesionada con la simetría y la perfección en el espacio, el ritmo y el tiempo, que busca la armonía en todo y que odia el caos casi a nivel obsesivo compulsivo excepto cuando funge como protagonista deliberado en una obra o acción, me es fácil hacer “click” con el Sr. Bong (el director).

Tempo, calibración, momentum, ritmo, respirar, intención.

Son palabras que utilizo mentalmente cuando analizo el montaje de un film -mientras que pienso en el guión, sonido, performance, etc.- al verlo, pues como aficionado a la edición audiovisual amo el demonio que habita en los detalles al momento de elaborar el montaje final de una historia.

Recordemos que, un montaje, es una secuencia que manipula el tiempo acorde a como su creador la defina: puede ser tan lenta pero desafiante como el ballet, o tan vertiginosa y apurada como el heavy metal.

Es simplemente “idea y ejecución”, cada montaje en cada secuencia nos narra una unidad de acción (ejecución) con su argumento propio (la idea). Hay una secuencia, en donde todo parece perfecto, en el inicio del segundo acto, justo cuando descubren la “debilidad” del ama de llaves (los duraznos) y los Kim comienzan su estratagema para reemplazarla como lo haría un hongo.

Es en esta parte en donde durante casi 5 minutos, se nos presentan tomas netamente lineales con muchísima información de fondo (casi al punto del foreshadowing), intercaladas con slow motion y con una música orquestral en “crescendo” de fondo; aquí, es donde hay mas de 60 tomas que narran todo el plan:

IDEA/PLAN: echar al ama de llaves, empezando en la toma 1 por descubrir la alergia a los duraznos.

EJECUCIÓN/SOLUCIÓN: enfermarla y culminar en la toma 60 aproximadamente (yo creo que conté de mas) donde el señor Kim le muestra la supuesta evidencia a la señora Park y entonces se presenta al nuevo parásito.

Esto que acabo de explicar, se siente en la película Parasite, no se necesita erudición u experticia; no es sino contar las tomas y dejarse llevar por lo que ocurre en el medio de toda esa secuencia. Es ahí donde entenderán como DEBE funcionar el cine y, si esto no es cine de verdad, no se que lo es.

Estos elementos que mencioné generan aquella especie de “armonía tonal” con sus respectivos bemoles y sostenidos que, con los cortes correctos, crean la tensión necesaria para mantenerte ahí pegado, ávido de mas.

Aqui un video explicativo de los elementos básicos en «Parasite«.

Y este señor sabe cuando cortar y dónde poner la cámara, sabe cuando hacer un movimiento lento en dolly in –una especie de “zoom” pero realizado con un movimiento de cámara, moviendo ésta hacia el personaje/objeto y no con un enfoque óptico u objetivo digital- hacia el rostro de sus personajes o cuando abrir el plano para mostrarnos la opulencia de los Park, cuando cerrarlo para generar claustrofobia y esa sensación de suspenso inequívoco que conlleva a reír inevitablemente cuando en realidad deberíamos apartar la mirada.

Pues si, este señor Bong, es un manipulador de emociones a través de la imagen y el montaje. Es un arquitecto.

Tensión en una escena generado por el silencio y un dolly-in lento.

Así como los puntos y comas generan respiro en un texto, o las tildes o signos de exclamación e interrogación generan intención cuando escribimos o hablamos, justo así es como “Parasite” está escrita y montada en todos los sentidos: colorimetría, musicalización, caracterización y edición… es un film que te habla al oído y te susurra “No es lo que dices, sino COMO lo dices”.

Esta misma historia podían haberla hecho en otro país, en otra época, y funcionaría. Pues el director posee un ABSOLUTO control de su creación que pocos este año 2019 demostraron: ni Scorcese ni Tarantino.

Pasa tanto en “Parasite”, que describir todo lo que ocurre y el porqué, me llevaría cuartillas y cuartillas que se perderán en el algoritmo del internet. Dichas acciones y secuencias conforman en conjunto una parábola crítica al estilo actual de vida no solo en Korea, sino en el mundo. A la desigualdad tan estratosférica que algunos grupos sociales deben afrontar sin importar el “nivel” de desarrollo del país en el que nacieron.

El clímax del film, sin precedentes.

Korea nos muestra los doramas y el K-pop. Pero sabemos que esas son sólo piezas en la estratagema de mercantilismo de dicho país. La realidad, el hambre, la falta de trabajo, el desbalance de la economía frente al resto del dominante mercado asiático y la ya mencionada desigualdad de oportunidades es tan latente como que el sueño de muchos niños es ser profesionales de E-Sports como “League of Legends” para sacar a sus familias adelante, así que la próxima vez que un Koreanito te humille en el LoL, déjalo ser, quizá esté entrenando para llevar el pan a su casa.

Ver “Parasite” para mi, fue una montaña rusa de emociones. En un film que me hizo sentir que NO SE NADA de cine, pero sin tratarme como idiota. Me sentí vejado intelectualemte por cada pista, plano, diálogo, semántica, símbolo y metamensaje que está ahí presente, sin ser evidente, pero sin pecar de la petulancia del director común, escondiendo deliberadamente las cosas.

No es predecible, no es común pero, no obstante sabes que el caos va a llegar, sabes que es una historia “ordinaria”.

Y eso, eso es lo que mas me gustó de este (probablemente uno de mis films favoritos de toda la vida) peliculón: que todo, todo lo que vemos, desde el trasfondo, las subtramas y lo vivido por cada personaje es tan posible, tan tangible… que da miedo de lo bien hecho que está. Y nadie, ni el mismo señor Bong, se esperaba que “Parasite” iba a ser un hit tan fuerte fuera de Korea, pero he ahí la magia del cine ¿no?

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¿Tiene algo malo?

La actriz Park So-dam hizo famoso ese jingle.

Siendo objetivo, sí.

Sin spoilear mucho, puedo decir que la conclusión final de Parasite, la verdadera (no el clímax) de veritas… no me agradó. Detesto los finales felices, esos que llegan de la nada y en donde todo se resuelve bien “porque sí”. No, la vida no es así, hay consecuencias latentes, cicatrices sociales para lo que ocurrió en la casa al final. Y el cine imita la vida, pues es arte.

Mi verdadera conclusión es que, si quieres saber de cine o aspiras a ser cineasta, debes conocer y “masterear” lo básico del cine, usarlo y exprimirlo a tu favor como el Sr. Bong que, no está inventando el agua tibia, sino haciendo puro cine “Art House” del bueno con lo que ya existe.

El punto es: ¿Es que acaso no somos tod@s parásitos?

Veredicto final: 12 Koreanitos pobres de 10.

-Fundido a negro.

THE END.